Equipo improvisado

¿Cuándo? ¿Dónde? y ¿Por qué NO?

Equipo: por definición, son herramientas para facilitarnos el trabajo.  Ya sea levantar un paciente y colocarlo en una camilla, bajarlo de un acantilado o extraerlo de un carro.

El tener equipo nos da deberes y derechos, uno de ellos es usarlo para lo que es, para lo que fue diseñado y para lo que sirve.

Y cuántas veces nos han preguntado “¿para qué sirve esto?”, MILES!

Mitos

Existen historias sobre lo que pasa con equipo especializado en manos de personas sin conocimiento. Las mismas responden más a un mito que una realidad. Son historias que se cuentan en cientos de reuniones y sirven para asustar al muchacho nuevo en la unidad de rescate y hacer soñar a los vendedores de equipo.

Entre ellos está la cadena de mosquetones de una comisaria de Heredia, que como no se sabía  para qué funcionaban, los habían soldado todos para hacerse una cadena; y brincamos hasta los cursos de bomberos donde se repartían cuellos de extracción de cartón corrugado para improvisar una inmovilización. Por cierto estos “cuellos” recientemente surgieron en un servicio privado de ambulancia (evidencia de la falta de educación continua del personal!).

Hace muchos años, cuando llevamos nuestro primer curso de primeros auxilios, escuchábamos muchos de estos mitos y se nos enseñó a improvisar vendajes y hasta férulas de espalda. Constaban de 3 o 4 varillas de bambú, amarradas de manera triangular y con un relleno interno de otras varillas amarradas de manera angular. Interesante y bonito, pero no es la estabilidad que la columna ocupaba. Eso no lo sabíamos en ese momento, pero lo aprendimos más tarde cuando empezamos a cuestionar lo que nos enseñaron. La justificación que nos dio el instructor en aquella época era que“no se conseguían las férulas de espalda, y que si se conseguían eran muy caras”.

Con el pasar de los años, el Comité local de la Cruz Roja de Heredia mandó a hacer varias férulas de espalda para varias unidades de atención a un aserradero local. Pesadísimas y reforzadas con unas varillas de madera que prevenían su colapso en el centro y de huecos donde apenas cabían las manos, amarrábamos a los pacientes con vendajes triangulares o nos improvisábamos una faja.

Años después, en un curso más avanzado, el instructor nos dio instrucciones muy claras: “Todas las férulas tienen tres principios básicos: Rigidez, Seguridad y Transportable. Una férula  de espalda improvisada no puede garantizar esas propiedades y es una excelente forma de que los demanden por no usar el equipo adecuado”

Tanto las férulas de los brazos como las piernas y especialmente las de espalda tienen que cumplir esos principios.

Improvisar o ¿No?

La recomendación sigue siendo la misma: no se improvisa la férula de espalda ni el cuello (recomendaciones de Wildeness Medical Society) pues no podemos improvisarnos algo que sea de la misma calidad.

El improvisar equipo es una buena idea cuando uno no está listo o cuando nos toma desprevenidos un evento, pero no debería ser nuestra meta pues nuestro estándar de calidad del servicio decae.

Grupos de rescate o individuos que se preparan solo en el arte (como arte requiere talento y práctica) están haciéndole un mal a sus futuros pacientes, pues  ponen todas sus esperanzas en que siempre existen los recursos para poder ayudar al paciente, sea donde sea que se encuentren.

Lo responsable es practicar y entrenar con equipo diseñado para estas especificaciones y conocer el equipo tan bien que siguiendo la idea se lo puedan construir con materiales que no sean los comerciales pero que cumplan las especificaciones.

Nuestra legislación todavía no cubre demandas civiles penales por improvisación de equipo que ya existe. Pero las cosas cambian.

No mal eduquemos a los nuevos rescatistas. Enseñemos las cosas bien y luego les damos libertad de improvisar.